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- Pedro Salinas

domingo, 26 de octubre de 2008

La última noche

"Niño asustado"
Marcelo Tomé


Una espesa niebla cubre las habitaciones del sueño.

En un rincón desamparado gime un niño con sus manitas entrelazadas a modo de plegaria, tiembla, susurra una formula mágica, un desesperado llamado a su estrella, una suplica que se va hacia arriba como el hilito de humo de un cigarro.

¿Hace cuanto espera?... pero no sabe que cosa.
¿Hace cuanto está preso?... pero no sabe su crimen.
¿Hace cuanto tiene miedo?... y algo en el aire se agita.

La niebla se arremolina y danza, forma figuras, cobra vida: medusas, monstruos, hidras, demonios, vampiros, gusanos... calaveras. Sonrientes y dentudas. El niño hace lo que puede por cubrirse los oídos para no escuchar... nunca escuchar. Nunca escuchar, dicen cosas horrorosas, hablan un lenguaje que hiere. Solo los ve danzar... y solloza.

¿Hace cuanto lo atormentan?... pero no sabe porque.
¿Hace cuanto esta preso?... pero no sabe su crimen.
¿Hace cuanto calla?... y algo en su garganta se agita.

Es como una cosquilla que pronto se convierte en una lengua de fuego, es el cansancio de esconderse ahí en una esquina, es el entumecimiento de los huesos, es una bestia que sale de su letargo, es un grito que quiere ser escupido... de pronto el ya no quiere ser un niño asustado, de pronto el quiere vociferar mas que los monstruos.

El cuerpecito parece encogerse primero, como gato acechante, a punto de saltar sobre su presa, los músculos tensos, la adrenalina quemando en las venas... los pulmones se llenan de aire, mas, mas... la boca se abre como una O grande... de pie el niño ya no es un niño, es un hombre que ve, furioso, a las danzantes figuras, a los burlones fantasmas de humo. Entonces se escucha un grito...

—¡¡¡YA NO!!! —y ante la sonoridad, que retumba por toda la habitación, las figuras todas se detienen y parecen temblar... vibran, algunas oscilan, otras se inflan, otros se hacen pequeñitas. Entonces el grito se repite.

—¡¡¡YA NO!!! —y las figuras de humo comienzan a explotar, a consumirse, a dispersarse, a volverse burbujas de jabón que revientan. El las ve atónito. ¿Sus demonios eran burbujas de jabón? Luego el asombro es mayor: cuando la niebla se disipa por completo siente la calidez del sol sobre su piel... ¡Está en un campo, un campo abierto donde juegan las mariposas y los árboles se mecen!... todo era una ilusión. Sonríe. Llora un poco. Sonríe otra vez.

El esfuerzo de enfrentarse a sus fantasmas lo deja rendido y el pasto se ve mullido y los aromas de las flores son como un narcótico. Se acuesta, abre los brazos en forma de cruz y siente en su mano las espadas de grama... ahora dormirá, decide. Ahora dormirá todas las horas de desvelo y terror mientras es mecido por el mundo...

...justo antes de rendirse al cansancio escucha en su cabeza una voz, un susurro que casi se confunde con el sonido de su respiración...

...la última noche de los inocentes.
Entonces se queda dormido.


(Pablo Hernández M.)




2 comentarios:

Unknown dijo...

esperemos que solo sea una pesadilla antes de navidad, jejej

un abrazo

PROSÓDICA dijo...

le tomaron el pelo!. O él mismo se tomó el pelo? Mmmmmm.... los niños y su imaginación.