Mi recomendación

La voz a ti debida
- Pedro Salinas

domingo, 26 de abril de 2009

Tiempo tu


Solo se que el tiempo es la magnitud
que mide los destellos de tu presencia.

Fuera de ti el tiempo no es tiempo,
ni es esférico,
ni es un monstruo,
ni se pierde,
ni es oro,
ni se llora,
ni es pasado,
ni es futuro,
ni es ahora.

El tiempo es el espacio vacío que llenas.
Es el segundo, el minuto, la eternidad
de tus pisadas.
La cronología de tu risa.
La era de tu razón.
La espera.

(Pablo Hernández M.)

domingo, 19 de abril de 2009

Necesidades


Me pierdo por las calles
tratando de escapar
de la oscuridad que se escapa
de los faroles.
Me encuentro por la casa
intentando coincidir
con la luz que se escapa
de ti.
Entre la oscuridad y la luz
me pierdo y me encuentro
vagando por un mundo claroscuro
como le suele pasar
a ciertos hombres.
Al asesino y al suicida
los tengo colgados en el perchero
mientras no necesite
librarme.
Si yo fuera tu
me escondería de mi
cada vez que la luna
me funde los circuitos
de la realidad.
Entre perderme y encontrarme
no se más de mi
que lo que no se.
Entre luz y oscuridad
no se más de ti
que una necesidad de tus labios
como de cafeína.
(Pablo Hernández M.)

domingo, 5 de abril de 2009

Tengo un jardín


¿Aun se burlan de ti, Ara? Este poema es tuyo, como esos otros que hay allí en mi mente, sin escribir. Te extraño.


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Esas flores portentosas que se burlan de mi
salieron de tus dedos,
de más allá de tus dedos,
de tu mente,
y hasta de más allá de tu mente
¿existe ese más allá?
no me atrevo a decirlo,
o acaso todo lo que sale de tu dedos,
y de los míos,
está tan solo separado de ti
como lo está la respiración que se te escapa
por instinto.
Esas flores portentosas que se burlan de ti,
¿siguen haciendolo?
o acaso se marchitan entre el puño apretado,
como queriendo que regresen de donde salieron,
que se regresen hasta más alla de tus dedos
o de tu mente,
o hasta ese más allá del cual surgieron
de entre lo inmaterial
de un pensamiento.
Lo que haces de ellas es cosa tuya,
si soportas sus burlas
o las provocas.
Por mi parte:
tengo un jardín.

(Pablo Hernández M.)

Rompíendose el alma

Romperse el alma con violenta ternura.
La premura de las ansias reprimidas
crea feroces encuentros entre los cuerpos
que se ensañan con el espacio que los separa
haciéndolo añicos.

Desgarrarse las espaldas sin tregua.
Clavar las uñas dentro de carnes trémulas
y beber los jugos exudados en suspiros,
respirar esencias, absorber besos por la piel,
succionar miradas.

Susurrar jadeos de animal enfurecido.
Arrinconar la soledad en lo oscuro
(¡que tiemble la maldita ahí,
desnuda y con frío!.. olvidada),
quitarle el veneno.

No reprimirse ante razones estúpidas.
Ni ante el miedo, mucho menos ante el tiempo.
No ante Dios y ni siquiera ante el Diablo.
Hay que cometer pecados para poder,
luego, expiarlos.

Irrumpir en la mansión de la muerte
y reírsele en la cara.

Amarse así, rompiéndose el alma.

(Pablo Hernández M.)