(Carta de larga dedicatoria y corto mensaje)
A quien adeuda una lagrima que no salió,
a quien nunca le ha perturbado la fragilidad,
al que nunca ha naufragado en unos ojos,
a esos que a perdonado la tormenta del amor,
a los que se han olvidado de perder la vida.
A quien no se desvela mas allá de las diez,
a quien no pretende lo inalcanzable,
al que decide ser sensato y sabio,
a los que no se molestan para no molestar,
a esos seres imprecisos que viven, o eso dicen hacer.
A todos los desterrados del mundo por propia cuenta,
a los que no creen en lo imposible,
a los que asesinan a la esperanza con su silencio,
a quien no es mas que carne y materia,
al que no tiene demonios ni dioses,
a esos que no sangran por las heridas.
A quien anda sin camino, perdido,
a quien no se encuentra ni dentro de si,
al que no gira cuando gira el mundo,
a los que no saben de ocasos ni amaneceres,
a esos que han exorcizado el azar de sus vidas.
A los que espantan la ilusión, a esos,
a todos esos desencontrados,
vacíos, los que enseñan a morir,
a los que piensan que no hay nada mejor,
a quien cree que la vida es un calendario.
(a los que creen sin pensan,
a los que piensan sin creer)
A esos sombríos rostros en las aceras,
a los que no se estremecen,
a los que no dejan un espacio vacío,
a los que ya no buscan,
al que no se pierde,
a los que esperan.
A los que no creen en la magia,
a quien ya no confía,
al que ya no canta,
a los que ya no aman,
a los que le temen a la muerte,
a quien no escucha,
al que no siente el sol,
a quien ya no quiere querer,
a los que no se dejan atrapar,
a quien no tiene corazón,
a los que nunca ven las estrellas.
A quien se sienta aludido,
al que le quede el guante.
(a todos ellos,
a todos nosotros)
A quien corresponda:
el silencio de una tumba.
Pd. NADIE será salvo.
(Pablo Hernández M.)