el violento deseo de vivir,
y menos cuando, inoportuna,
la muerte olfatea tu sangre
y debes salir corriendo,
con la cabeza gacha,
para que las balas no te la arranquen
de raíz.
No es sencillo, no,
pero es violento
el deseo de vivir,
y menos cuando, de las sombras,
emerge una mano
empuñando cualquier acero
y pidiendo la bolsa, que uno les da
por no darles la carne desnuda.
No es sencillo
escuchar cuanto puede valer nuestro cuerpo
en el mercado del secuestro.
No es sencillo
irse con el miedo de no volver.
No es sencillo
dormirse con las sirenas
aullando su desespero.
No es sencillo
volver con miedo
de tener que irse otra vez.
En resumen: no es sencillo, no,
pero es violento
el deseo de vivir.
(Pablo Hernández M.)