Eva, reflejada en el espejo, es una serpiente en la cama
que en las tardes de Domingo sueña
con un Adán que calme su despedida.
—¿Qué va a ser de mi? —escribe Eva un verso
en un papel que mil veces ha borrado
y piensa en la intacta pureza que la señala.
Se encoleriza a veces, Eva, mientras sola
muerde una manzana y mira de lado al cielo
maldiciendo.
Eva se desespera,
quiere a un Adán que descubra que el paraíso
no es una manzana ni una serpiente,
que ella lo guardan su vientre.
(Pablo Hernández M.)